14 nov 2010

Bajen las armas, que aquí sólo hay pibes jugando...

Algunas consideraciones sobre la Temporada 2010 del FADI Avellaneda.

El caso Newbery, y el caso Pienovi, o los muchos casos en que la violencia de los grandes provocó sanciones graves a los clubes, tienen la lamentable consecuencia de lastimar a muchos chicos, ya que destruyen muchas ilusiones que los pibes ponen en juego en esta competencia.

Por ello, Ninguna sanción nos alegra, pero si hay un Reglamento, que aprueban los Representantes de los clubes, no hay otra alternativa que cumplirlo.
Independientemente de las visiones que se tengan de la sociedad en la que vivimos, y del lugar que se ocupe en los distintos niveles de decisión, deberíamos coincidir en algunas cuestiones, que a esta altura de la historia, no  admiten discusión.

La primera de ellas y fundamental, es que nada puede estar por encima de la protección de la salud de nuestros pibes en todas sus formas. Nada hay más valioso.
En el deporte, esa protección no sólo abarca el respeto a las reglas de juego, sino el mismo ambiente en que desarrollan sus actividades.
La violencia, que la sociedad moderna ha incorporado naturalmente a la vida diaria, y que amplifican con intereses propios las maliciosas tapas de Clarín y  las placas rojas de Crónica, está presente en la convivencia familiar, en las relaciones entre vecinos, en la manera de relacionarnos en la calle, en los barrios y en los clubes.

Combatir esa violencia es una tarea necesaria e imprescindible. No importan los costos, si el fin es educar y formar a quienes son la razón de ser del presente y los futuros conductores de las generaciones venideras.
En esta pelea, como en todas las que definen en qué mundo queremos vivir, no pueden permitirse las vacilaciones: o se está a favor de un fútbol infantil sin violencia y para los chicos, o se está en contra.
No hay motivo válido que justifique el insulto al rival, el odio a los colores de otra camiseta, el agravio o la agresión al que está del otro lado o a quien debe impartir justicia en un partido de fútbol.

Quienes esgrimen el argumento de que las sanciones perjudican a los chicos, tienen razón; pero generalmente, se equivocan al señalar culpables. La responsabilidad por los puntos que le sacan a una categoría y que impide a los chicos concretar sus anhelos, no es de quien aplica el reglamento, sino de quien intentó burlarlo, pisotearlo o violarlo.
Si nos preocupamos para que las sanciones no nos arruinen la categoría campeona, hagamos el esfuerzo para que la violencia quede afuera de nuestros clubes. Ataquemos las causas para no sufrir las consecuencias.
En este sentido, las responsabilidades son diversas.
Los dirigentes, representantes y delegados debemos buscar permanentemente corregir las actitudes que no son adecuadas. No tenemos la fórmula ni venimos de otro planeta para ser distintos a otros productos de esta sociedad, pero nuestra función nos exige mejorarnos, reflexionar y hacernos cargo de nuestras debilidades para intentar reducirlas y dominarlas.

En este gigantesco y maravilloso universo de pibes y familias que es el FADI, vamos sabiendo, cada vez en mayor medida, quién es quién.
Los errores son errores, pero las malas intenciones no deben confundirse con errores.

Quienes administramos o editamos los Blogs, las páginas de los clubes, oficiales y no oficiales, no podemos desconocer el rol que tenemos en todo esto.
Nos guste o no nos guste, somos  medios de comunicación, y en ese sentido, debemos estar a la altura de la responsabilidad que implica tener como destinatarios de nuestros mensajes, a niños, nada menos...
Qué beneficio puede tener reproducir en un medio amenazas, agravios, descalificaciones, insultos, y agresiones desde el anonimato cobarde y ruin.
No se trata de debatir sobre libertad de expresión o censura; se trata de entender que esta manera de proceder convierte al medio en una usina de violencia y ultraja sus derechos universales consagrados por la Convención de los Derechos del Niño, que es parte de nuestra Constitución Nacional.

LOS NIÑOS TIENEN DERECHO AL JUEGO.
Pagarles para que jueguen, atenta contra ese derecho, desnaturalizando la esencia formativa del deporte.

LOS NIÑOS TIENEN DERECHO A LA PROTECCIÓN CONTRA EL TRABAJO INFANTIL.
Aunque se intente disfrazarlo, pagarle a un niño para jugar al fútbol, lo convierte en un trabajo.

LOS NIÑOS TIENEN DERECHO A VIVIR EN ARMONÍA.
Quienes fomentan ambientes agresivos atentan contra ese derecho.
¿Quién proteje al niño contra el maltrato y la humillación a que los someten algunos delegados que piensan que lo que está en juego en un partido de fútbol infantil es su gloria personal?
¿Quién proteje al niño de las faltas de respeto y los agravios a que los someten los grandes, muchas veces sus propios padres, cuando su esfuerzo no alcanzó para la victoria?
¿Quién proteje al niño que tiene que leer en una página de internet que es titular porque su mamá es "amiga" del delegado; o que en su club los delegados son traficantes, o que ganaron porque el rival recibió dinero a cambio?
Nada que pueda alegarse como justificación está por encima de estos derechos universales de los niños.

LOS NIÑOS TIENEN DERECHO A LA SALUD
Y la salud es el estado de completo bienestar físico, mental y social.

CUIDEMOS A NUESTROS PIBES RESPONSABLEMENTE
El Resultado, en toda competencia, es uno de los objetivos, pero no el único, ni el más importante.


"Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres."
Pitágoras

"El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde."
Gabriela Mistral

"No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta que son amados."
Don Bosco

"Los niños son educados por lo que hace el grande y no por lo que dice."
Carl Jung

17 jul 2010

Hay que terminar con la enfermedad de ganar o ganar

La frase es del Checho Batista, campeón del Mundo en el 86 y actual entrenador de los seleccionados juveniles. Copiamos a continuación, la muy intersante nota de Miguel Ángel Vicente que publica Clarín en su edición de hoy.
Es para leerla con atención y reflexionar


17/07/10 El DT de las selecciones juveniles es muy crítico con el momento del fútbol argentino. Dice que está muy mal y que el problema no está en Primera o en la Selección Mayor, sino en las inferiores.


Sergio Batista es el técnico de los juveniles. Y los juveniles son un buen punto de partida para mirar el futuro de la Selección. Por eso la consulta.

¿España dejó una lección? Yo creo que sí. No tenemos que copiar cómo jugó España, sino que tenemos que copiar los proyectos que tiene España. Uno los ve jugar en la Sub 17 y con la Sub 20 y se da cuenta del futuro que tiene. Apostaron a jugar bien al fútbol, a la técnica, a la creatividad de los jugadores.

Entonces todos te van a mirar a vos, porque se arranca con los juveniles.

Está bien que así sea. El fútbol argentino está mal en eso. El otro día me preguntaban si teníamos un Iniesta o un Xavi. Yo digo que tenemos muchos Iniesta y muchos Xavi, pero tienen 15, 16 o 17 años. El tema es cómo los trabajamos. El fútbol argentino fue siempre la técnica, el jugador talentoso, la inventiva y con eso desnivelamos a los equipos europeos. Hoy estamos confundiendo la forma de trabajar.

¿De esos Iniesta que vos decís ninguno llega a Primera? Ninguno. O muy pocos se acercan con esas características que vos les ves a los 15 años. Lo primero que tenemos que hacer nosotros y para eso existen las inferiores, tenemos que meternos en la cabeza que somos formadores. Formadores para el fútbol argentino, no para vender a Europa. Quiero decir con esto que en los clubes no puede haber más pesas que pelotas. No se puede trabajar más en lo físico que en lo técnico como se está trabajando actualmente. Hay que enseñarles a los chicos y para eso te tienen que apoyar los directivos. Ya sabemos que en Primera tenés que ganar, aunque yo sigo pensando que no es lo único. Vos te preparás para ganar, pero podés ganar o perder.

Se perdió la idea de que para ganar hay que jugar bien.

Seguramente.

Volver a pensar que para ganar hay que jugar bien, parece todo un proceso mental.

Primero nos tenemos que mentalizar que con los chicos no se puede andar buscando únicamente campeonatos. Somos formadores, no gente que tiene que ganar campeonatos, por eso nosotros propusimos eliminar la tabla de posiciones en las inferiores. Para que se puedan dedicar a la enseñanza del chico. No es posible que en el fútbol argentino no se puedan encontrar marcadores de punta o enganches. Hay jugadores, y los hay muy buenos. Pero no podés jugar en infantiles con chicos que tienen ocho años en cancha de once. Nosotros en los juveniles preparamos jugadores para la Selección Mayor. Todos se la agarran con que no clasificamos para un Mundial Juvenil. Pero yo hace dos años que vengo diciendo que, para mí, el fútbol argentino está mal. Se está trabajando mal. Por ejemplo eso de ganar a cualquier precio no va más. Tenemos que cambiar para ganar cosas importantes. Nos cuesta en juveniles, nos cuenta en la Mayor, le cuesta a los equipos de clubes. Son muchos los equipos que en la copas quedan afuera en primera ronda contra equipos venezolanos, por ejemplo. Y no es que evolucionaron los demás países, nosotros nos quedamos mucho. Antes se ganaba 6-0, no por la parte táctica o física, sino porque teníamos jugadores bien dotados. Ellos evolucionaron en organización, tienen más información de todo, pero se dieron cuenta de que corriendo y ordenados le podían ganar a cualquiera de los equipos argentinos.

Pero Argentina se distinguía por otras cosas.

Por los jugadores que técnicamente sobresalían. El problema no está en Primera, ni en la Selección Mayor, el problema está en los dirigentes que bajan las pautas. El dirigente piensa que tiene que formar un jugador para vender y eso a nosotros no nos interesa, porque el buen jugador se va a vender solo. Entonces para qué más gimnasio, más pesas si la pelota la tocamos una vez por semana. Así nos estamos confundiendo en el trabajo de base. Te confundís porque en el baby fútbol se hacen trabajos de pelota parada. Te confundís con las edades. A los 15 años no disfrutan porque es todo presión. A esa edad, presionan los representantes y los padres, pero ellos no entran a la cancha, los que presionamos somos los técnicos. Nosotros tenemos la culpa.

¿Cuánto lleva un proceso para recuperar esta esencia? En la Argentina lleva bastante.

Crees que los dirigentes van a estar de acuerdo con esta idea? Con las inferiores tendrían que hacerlo. Hoy casi ningún equipo tiene jugadores propios. Cada seis meses tenés que armar un equipo nuevo y hay que empezar a cambiar esas cosas para que los clubes empiecen a nutrirse de los jugadores de inferiores. Pero hay que prepararlos. Nosotros acá, con los juveniles, podemos perder sudamericanos o lo que quieran. Me van a matar por eso, aunque se olvidan de que gané un olímpico. Mi trabajo es formar juveniles para la Mayor. El éxito de Pekerman y de Tocalli no fueron los cinco títulos mundiales juveniles, sino que hoy, en la selección argentina, hay nueve jugadores que pasaron por los juveniles. Esa es la esencia. Esa es mi obligación.

¿Lo estás consiguiendo?
Lleva un tiempo, porque hay que cambiarles la mentalidad a todos. Yo protesto mucho, hablo mucho. No puedo entender que sigamos con el gimnasio y las pesas y no nos demos cuenta de que es otro el fútbol. Hay chicos de 13, 14 años que deben jugar en cancha chica y con una pelota adecuada. El jugador argentino está cada vez menos en contacto con la pelota, que es con lo que tiene que jugar. El dibujo táctico es secundario, lo que importa es la técnica del jugador.

La fiebre de que lo único que importa es ganar es difícil desterrarla.

Sí, lleva tiempo. En enero de 2008 Grondona me dijo que le hiciera una lista para los Juegos Olímpicos y al otro día se la llevé con 30 nombres de los cuales quedarían 18. Hoy tengo que pensarlo. Es mucho más difícil armarla y encontrar esa clase de jugadores. Estamos bajando. Tenemos para volver a lo de antes, a nuestra identidad. Pero también tenemos jugadores de 15 años que tienen dolores de rodilla por las pesas. ¿Dónde vamos a llegar? ¿Si tiene brazos grandotes o mucho músculo va a ser mejor jugador? Cuando termina un Mundial siempre se habla de proyecto y también de estilo.

¿Qué estilo? Argentina no puede tener ningún estilo. Si en la época de Basile tuvo que cambiar la forma de juego porque no encontraba un reemplazante de Riquelme. No había otro. Del 4-3-1-2 tuvo que ir al 4-4-2. El estilo entonces tenés que cambiarlo cada dos minutos. Acá tendría que haber ocho Riquelmes. Sale este, entra este y no cambio el estilo. No puede ser que estemos pensando en marcadores de punta y no los tengamos. Son barbaridades que pasan en el fútbol argentino. El problema está abajo, con los chicos. El proyecto no es que salga campeón la Quinta o la Cuarta, es que lleguen a Primera jugadores bien formados en todo sentido. Por eso tienen que evaluar al coordinador de las inferiores, no porque ganó un clásico. Hay que terminar con esa enfermedad de ganar o ganar. Llegó el momento de parar la pelota y pensar de otra manera.

Nota de Miguel Ángel Vicente - Diario Clarín (17/07/2010)
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2 jul 2010

Elogio de la Locura

El fútbol, como la vida, de tanto en tanto nos pone a prueba. Nos saca los grises de la paleta y nos da la opción de jugarnos por blanco o negro, cara o cruz. A veces, del acierto depende la felicidad o la tristeza, la de nosotros, la de nuestros afectos, o la de miles de personas que esperan que nuestra decisión sea la correcta.

Por una de esas encrucijadas pasó Sebastián Abreu hace unas horas al patear el último penal de la serie entre Uruguay y Ghana en los Cuartos de Final del Mundial de Sudáfrica.

Del penal de Abreu dependía la victoria de Uruguay, la concreción de la hazaña histórica de los celestes de romper la sequía tras 40 años de ausencia en las semifinales de un Mundial de Fútbol. Pero para el Loco, lo que estaba en juego era mucho más que eso.

- La va a picar, le digo a Camilo.
- Cómo la va a picar papá? Es el último penal…
- Te digo que la va a picar !!! Lo que vos quieras te juego! Si no la pica… mañana no miro el partido de Argentina…

Y ahí fue el Loco Abreu, caminando lento, a lo uruguayo, con la mochila cargada de cuatro décadas de frustraciones del fútbol de su país… La acomodó, miró al arquero, y pateó el penal más trascendente de su vida, y el más importante de la historia del fútbol charrúa…

El penal fue gol… pero lo más importante no fue eso…

Abreu tuvo que decidir en esos segundos si su locura para disfrutar del fútbol seguía invicta, o si esa alegría que fue la bandera más notable en su carrera de jugador de fútbol, debía ceder ante la solemnidad del momento, ante la necesidad de estar a la altura de la historia y asegurar el penal de un puntinazo.La falsa disyuntiva de ganar o disfrutar, nunca tuvo un momento de mayor notoriedad y nunca pudo mostrarnos una respuesta tan contundente: ganar disfrutando!

Ganó Uruguay con el penal de Abreu, picado apenas para que la pelota entre dando saltitos por el medio del arco, donde un segundo antes estaba el gigantesco buen arquero de Ghana.
Ganó Uruguay y está entre los mejores cuatro seleccionados del mundo, pero además ganó el fútbol y más aún, ganó el ejemplo de sostener los principios ante cualquier coyuntura por más dramática que parezca.
Ganó la alegría, la desfachatez de no rendir las convicciones ante nada, de no bajar banderas aún a costa de los grandísimos riesgos que se corran. Abreu sabía que si el arquero se quedaba parado en le medio del arco y atajaba ese penal, los diarios del mundo iban a hablar de la canchereada, de la irrespetuosidad, de burlarse de los sentimientos de todo un pueblo que esperaba ese gol para salir a festejar tras 40 años de abstinencia.

Sebastián Abreu nos tapó la boca de belleza, coraje y admiración, y ante él, suplente de un equipo que llegó como cenicienta a Sudáfrica 2010, nos sacamos el sombrero los que queremos seguir disfrutando de la magia en una cancha de fútbol.

- Cómo sabías que la iba a picar papá ??? – pregunta Camilo sorprendido...
- Porque está loco hijo, y sin los locos nos moriríamos de tristeza, en el fútbol y en la vida, que son lo mismo…

Y entre nosotros… sino la picaba, me moría…


PABLO ISI

10 mar 2010

Instrucciones para elegir en un picado (Alejandro Dolina)

Cuando un grupo de amigos no enrolados en ningún equipo, se reúnen para jugar, tiene lugar una emocionante ceremonia destinada a establecer quiénes integrarán los dos bandos.

Generalmente dos jugadores se enfrentan en un sorteo o pisada y luego cada uno de ellos elige alternadamente a cada uno de sus compañeros.

Se supone que los más diestros serán elegidos en los primeros turnos, quedando para el final los troncos.

Pocos han reparado en el contenido dramático de estos lances. El hombre que está esperando ser elegido vive una situación que rara vez se da en la vida: sabrá de un modo brutal y exacto en qué medida lo aceptan o lo rechazan. Sin eufemismos, conocerá su verdadera posición en el grupo. A lo largo de los años, muchos futbolistas advierten su decadencia, conforme su elección sea cada vez más demorada.

Manuel Mandeb, que casi siempre oficiaba de elector, observó que sus decisiones no siempre recaían sobre los más hábiles. En un principio se creyó poseedor de vaya a saber qué sutilezas de orden técnico, que le hacían preferir compañeros que reunían… ciertas cualidades.

Pero un día comprendió que lo que en verdad deseaba, era jugar con sus amigos más queridos. Por eso elegía siempre a los que estaban más cerca de su corazón, aunque no fueran los más capaces.

El criterio de Mandeb parece apenas sentimental, pero es también estratégico: uno juega mejor con sus amigos. Ellos serán generosos, lo ayudarán, lo comprenderán, lo alentarán y lo perdonarán.

Un equipo de hombres (y mujeres) que se respetan y se quieren es invencible. Y si no lo es, más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.


Alejandro DOLINA 
(de "Crónicas del Ángel Gris")

21 feb 2010

DEFENDER LA ALEGRÍA !!!

Estoy sentado en la tribuna de un club de barrio, viendo jugar a las categorías 2004 de Barrio La Carne y Amor y Lucha.

Es la segunda fecha del torneo "Semillero de Gerli". Doce pibitos de cinco y seis años  tratan de correr detrás de la pelota mientras algunas decenas de padres, tíos, hermanos y amigos grita hasta la afonía cuando su equipo avanza y aullan como lobos heridos cuando es su propio arco el que está en riesgo.

Amor y Lucha gana uno a cero, pero Barrio La Carne no se entrega, empujan con ganas sus seis aguerridos jugadores, con el arco rival en la mira. Yo sigo disfrutando,  entretenido, ajeno a los vaivenes emocionales de los espectadores.

Una pelota cruza la cancha y cae en el área de Amor y Lucha. El arquerito la ve llegar, la para con su piecito derecho y la deja muerta contra el piso. No la agarra con la mano, la deja ahí, quietita en el piso.
Los jugadores de Barrio La Carne no saben qué hacer. La pelota está ahí, en el área chica, cerca del arquero que se niega a agarrarla. El primer delantero se decide y corre a toda velocidad hacia donde está el balón, está cerca, muy cerca, pero a pocos centímetros de la gloria, el arquerito se hamaca y sale gambeteando hacia su derecha con la risa contenida entre los dientes.

Yo espero, después de semejante demostración de osadía, que ahora si, de una vez por todas, la reviente para arriba y aleje el peligro. Pero no. Otra vez el arquerito la deja quietita contra el piso. Mira al costado para asegurarse que aquel delantero embestidor ya no es un amenaza, mira para adelante y desafía con la cabeza levantada y la pelota quieta al próximo valiente.

Viene el segundo,  ya algo advertido de que el arquero no está actuando normalmente, y barre el piso en un intento desesperado por llegar a la pelota; la pierna del arquerito se estira en el último instante, y la hace correr por la punta, dejando tras de si otro desafío superado.

Yo no entiendo, juro que no entiendo. Miro al árbitro para ver si la jugada fue anulada, pero no, la pelota está en juego, todo vale. Miro al técnico de Amor y Lucha esperando el grito desencajado, el gesto amenazador, el ruego de "sacala", pero no. Alejandro está tranquilo, como si nada... No dice nada, ni se ve nervioso. El arquero entonces, ve a su compañerito bien abierto allá arriba, y pone un pase en profundidad que se termina perdiendo en el fondo de la cancha.

La jugada, con algunas variantes lógicamente,  se repite cinco o seis veces en ese primer tiempo. Ya a la tercera o cuarta vez, me acostumbré a esperar la gambeta, pero sigo sin poder aceptar que detrás de ella no venga el reto, ni los gritos del público que también toma la actitud de Santiaguito, con increíble normalidad...

En una de los tantos firuletes, Santiaguito calcula mal, y la pelota termina dentro del arco, de su propio arco. Es gol. Barrio La Carne y Amor y Lucha están uno a uno, pero nadie se queja; no hay retos para Santiago, y todo sigue como si nada... Yo sigo sin entender.

En el segundo tiempo Santiaguito salió del arco, fue de delantero, pero no pudo revertir el resultado. Cuatro a tres ganó Barrio La Carne y Amor y Lucha perdió el invicto.

Le comento al Negro Florentín que no puedo creer lo que acabo de ver: un arquerito de cinco años se divierte gambeteando rivales dentro de  su propia área, una y otra vez... Le salen todas, pero las que no salen las va a buscar adentro. Sin embargo, la alegría está invicta. El pibe sigue en la suya, y su entrenador le respeta las ganas de jugar. No le grita, no lo cambia, no lo amenaza. Tampoco la gente de su club, que acompaña con risas y aplausos cada jugada...

Uno no deja de sorprenderse cuando la alegría y la libertad de jugar y divertirse pueden asomarse en todo su esplendor en esta  sociedad donde la angustia es el estado natural.

Estaba pensando todo eso cuando un grito de "sacalaaaaaaaaa" me sacudió. Ya había arrancado otro partido... más normal...

El fútbol es maravilloso... y sigue estando entero en los pibes que en el barrio recién empiezan a patear...
Qué bueno que  lo dejen crecer y no les corten las alas al primer vuelo...

Me vuelvo a casa, agradeciendo a Santiaguito por el fútbol, a Alejandro y a la gente de Amor y Lucha, por disfrutar de la alegría de jugar de los pibes, más que del resultado.

La historia es afortunadamente real. Barrio La Carne le ganó a Amor y Lucha 4 a 3 en el Torneo Semillero de Gerli, el domingo 21 de febrero de 2010.

16 feb 2010

El resultado en fútbol infantil atenta contra la formación (Pino Hernández en Clarín)

Copiamos a continuación una muy interesante nota que publica el Deportivo de Clarín, hecha por Eduardo Tagliaferri a Eduardo Pino Hernández, coordinador del fútbol infantil de Véles Sárfield.
El título de la nota, ya es una definición:

"El resultado en fútbol infantil atenta contra la formación"

13:05|Eduardo "Pino" Hernández, Coordinador General del Fútbol Infantil de Vélez, cuestionó el trabajo de algunos clubes en sus Divisiones Inferiores. Además denunció que "hay robo de jugadores y padres que les pegan a los árbitros".

Por: Guillermo Tagliaferri

PINO. Eduardo Hernández es el Coordinador General del Fútbol Infantil de Vélez. (Eugenia Cerruti)
Con la autoridad que le da haber dirigido infantiles y juveniles durante aproximadamente dos décadas, Eduardo Pino Hernández, ex puntero derecho de Vélez, Platense y San Lorenzo entre otros y actual Coordinador General del Fútbol Infantil de Vélez, trazó un panorama sobre la raíz del fútbol argentino y denunció graves irregularidades que atentan contra la formación adecuada de los futbolistas del futuro. "Se está actuando mal. En el fútbol infantil están sucediendo cosas que atentan contra los objetivos fundamentales. El chico que da sus primeros pasos en el fútbol organizado es como un árbol que está a tiempo de que se le coloque un palo para que salga derecho; porque si crece torcido ya no tendrá solución. Pasan cosas que no se pueden creer, si no lo modificamos vamos a crear jugadores sin identificación con el fútbol argentino".

Hernández cuestiona que "algunos clubes están muy pendientes de los resultados, sólo les importa ganar. Y a cualquier costo. Eso hace que la formación del chico, no sólo como futbolista sino lo que es más grave como persona, no sea la adecuada. Acá en Vélez obramos distinto. Por ejemplo, si el mejor jugador de una categoría comete algún acto de indisciplina el fin de semana queda excluido del equipo. Podemos perder el partido, pero ganamos en la formación a futuro. Nosotros tenemos una frase de cabecera que dice "el resultado en fútbol infantil atenta contra la formación".

Puntualmente el entrenador cuenta que "si hay un tiro libre en mitad de cancha se lo hace patear al más grandote de físico porque tiene potencia para pegarle al arco grande. Eso en Primera no va a pasar, ese jugador seguramente no será el encargado de los tiros libres. Otro caso es mandar al marcador central si es fuerte para que patee los córners al corazón del área, pensando sólo en convertir; en el futuro ese central no va a ejecutar los tiros de esquina sino que seguramente será él quien vaya a cabecear. O pedirles que revienten la pelota desde abajo, lo ideal es que aprendan a salir jugando. Y así podría citar montones de jugadas que sólo apuntan al éxito inmediato". Entre los cambios que pregona para el fútbol infantil figuran "achicar las canchas y los arcos para que los chicos estén en un hábitat más natural, usar pelota más chica para mejorar la técnica del jugador y fundamentalmente no jugar con tabla de posiciones en las categorías infantiles. Este último tema lo charlamos con Checho Batista, igual que poner menos énfasis en lo físico y sí en la técnica y el juego".

-¿Existe el "robo" de jugadores infantiles?

-Sí. Lamentablemente es algo común y da un poco de bronca. El club poderoso hace la captación en base al dinero y perjudica al club más modesto. Es una selva, y así el chico es menospreciado. Pero es una realidad y difícil de evitar con tantos problemas sociales. No se puede criticar a la familia que necesita el dinero y son tentados. Hasta se dan casos de clubes que se llevan categorías completas. El baby fútbol perdió la esencia, antes los chicos jugaban en el club de su barrio, donde iban con sus vecinitos amigos. Hoy hay chicos de 6 o 7 años que les pagan para ir a jugar. Eso es perjudicial. En vez de jugar van a trabajar, ¿Cómo llegará su mente cuando tengan que entrar a Novena división?

-¿Los padres también pueden convertirse en un factor negativo?

-He visto cosas terribles. Padres que agarran de las orejas al hijo porque jugó mal. Lo que deberían hacer es consolarlo y explicarle que no pasa nada por un mal rendimiento o por perder un partido. A los cinco minutos tienen que olvidarse y estar jugando al metegol. También hay casos de padres que le pegan al árbitro por estar disconformes con un fallo. ¿Qué ejemplo les están dando a sus hijos? Así los pibes sufren y juegan con temor pensando en las reacciones negativas de sus papás.


-¿Es conveniente traer chicos del interior para sumarlos al fútbol infantil de un club de Buenos Aires?


-Otra aberración. Es una locura meter en una pensión a chicos menores de 14 años. Es quemar etapas. No se lo puede sacar del entorno de su familia, además nadie les garantiza que van a llegar a Primera, ni siquiera a Inferiores. Acá en Vélez lo que hacemos es invitar en las vacaciones a los chicos del interior que vemos con condiciones y si la familia está de acuerdo lo fichamos, pero mientras tanto siguen viviendo en sus lugares de origen.

Hernández, que en Vélez fue técnico desde infantiles pasando por inferiores y hasta interinamente en Primera, traza una paralela entre el fútbol y la educación. Pregona que "las infantiles son el Jardín de Infantes, le enseñas al chico a jugar, a trabajar en la motricidad fina. De Novena a Séptima divisiones son la Escuela Primaria: empiezan a manejar letras y números y en el fútbol los sistemas tácticos. De Sexta a Cuarta es la Escuela Secundaria: se van preparando para una profesión, aprenden a cerrar un resultado y ahí sí se les exige ganar, que es lo que se les va a exigir en la vida. Y la Primera es la Facultad, es el momento de recibirte de futbolista".

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